El Movimiento Juvenil
Martiano:
Resistencia, Adaptación y Legado
en la Cuba contemporánea
The José Martí Youth Movement:
Resistance, Adaptation, and Legacy in contemporary Cuba
Recibido: 05/02/2025 | Aceptado: 21/07/2025 | Publicado: 29/08/2025
Caridad Meyvis Estévez Echevarría 1*
Keyla Rosa Estévez García 2
Leonardo Pérez Lemus 3
Gretell Centurión Hurtado 4
1* Unión de Jóvenes
Comunistas Nacional. Cuba. caridadmeyvis1991@gmail.com
ID ORCID: https://orcid.org/0009-0007-3155-5825
2 Centro
de Estudios sobre Juventudes, Cuba. keylarestevezgarcia@gmail.com ID
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6590-7186
3 Dirección Municipal de
Educación. Playa, Cuba. leplemus@yahoo.es ID
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6590-7186
4 Secundaria Básica ¨Amador
López Mosquera¨. Habana del Este. Cuba. gretellcenturion86@gmail.com ID
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7325-0930
Resumen:
El
Movimiento Juvenil Martiano (MJM), un pilar en la inculcación de valores
patrióticos entre los jóvenes de Cuba inspirado en José Martí, se enfrenta a
retos de adaptación ante cambios socioeconómicos y digitales. Esta investigación
empírica (1989-2024) analiza su desarrollo utilizando un enfoque mixto
(entrevistas a 30 líderes juveniles, análisis de documentos y evaluación
cuantitativa de la participación entre 2015 y 2023), valorando su efectividad
como herramienta de socialización política. Los hallazgos indican
contradicciones significativas: únicamente el 40% de los jóvenes está
involucrado activamente, con una evidente disparidad territorial (65% en áreas
urbanas frente a 35% en zonas rurales); a pesar de un incremento del 140% en su
presencia en línea, la interacción permanece baja, lo que sugiere un activismo
superficial; además, la centralización impide su adaptación al entorno local,
lo que se agrava por la falta de recursos contextualizados (60% de los
educadores rurales lo reportan). Se sugieren tres enfoques para su reinvención
como la descentralización en las operaciones (fortalecer comités locales), la
innovación en la enseñanza (formatos interactivos sin conexión y co-creación con jóvenes), y la evaluación cualitativa
(métricas para una comprensión crítica del legado martiano), siendo fundamental
superar modelos jerárquicos y vincular la ideología con problemáticas
contemporáneas (empleo, migración) para garantizar su viabilidad.
Palabras clave: Movimiento Juvenil Martiano, jóvenes cubanos,
educación patriótica, participación cívica, brecha digital, descentralización.
Abstract:
The José
Martí-inspired Movimiento Juvenil Martiano
(MJM), a pillar of instilling patriotic values among Cuban youth, faces
challenges adapting to socioeconomic and digital changes. Empirical research
(19892024) analyzes its development using a mixed approach (interviews with 30
youth leaders, document analysis, and a quantitative assessment of
participation between 2015 and 2023), assessing its effectiveness as a tool for
political socialization. The findings indicate significant contradictions: only
40% of youth are actively involved, with an evident territorial disparity (65%
in urban areas versus 35% in rural areas); despite a 140% increase in its
online presence, interaction remains low, suggesting superficial activism;
furthermore, centralization impedes its adaptation to the local environment,
which is exacerbated by the lack of contextualized resources (60% of rural
educators report this). Three approaches to its reinvention are suggested:
decentralization of operations (strengthening local committees), innovation in
teaching (interactive offline formats and co-creation with young people), and
qualitative assessment (metrics for a critical understanding of Martí's
legacy). It is essential to overcome hierarchical models and link ideology to
contemporary issues (employment, migration) to ensure its viability.
Keywords: Martí Youth Movement, Cuban youth, patriotic
education, civic participation, digital divide, decentralization.
Introducción
El Movimiento Juvenil
Martiano (MJM) se caracteriza como un esfuerzo social y educativo que entrelaza
el legado ético y patriótico de José Martí con los principios revolucionarios
de Cuba. Su fundamento teórico se basa
en tres ideas esenciales: la teoría de la socialización política (Benedicto,
2022), que examina cómo las instituciones afectan la formación de identidades
colectivas; el modelo de educación popular de (Baute-Freire 2022) según Varona
Domínguez, F. (2020), adaptado al contexto cubano para fomentar la
participación crítica y la noción de resistencia cultural de García Canclini
(2021), empleada para salvaguardar los valores nacionales ante las influencias
globales. Estos principios se combinan con la teoría del capital simbólico de Bourdieu
(1991), mostrando el MJM como un mecanismo de sostenimiento de ideologías Puisseaux Moreno, E., et al. (2024).
Contexto de creación
(1989-2000): un estudio longitudinal realizado por Hernández (2020) examinó los
documentos fundacionales del MJM, revelando que su creación fue una respuesta a
la necesidad de afrontar la crisis de valores tras la Caída del Muro de Berlín.
Los resultados mostraron que el 78% de las actividades iniciales se centraron
en talleres sobre la historia martiana, aunque con un desarrollo innovador
limitado en sus enfoques. Se propuso una
mejor integración con los currículos escolares.
Evolución y desafíos
contemporáneos: el MJM ha lidiado con tensiones entre su misión ideológica y
las exigencias de una juventud globalizada. Aunque conserva estructuras
tradicionales como círculos de estudio y Rutas Martianas, ha introducido
herramientas digitales (redes sociales, podcasts) con el objetivo de ampliar su
audiencia. Sin embargo, las diferencias
entre sus formatos y las expectativas jóvenes son evidentes, como se observa en
la escasa interacción en plataformas digitales.
Bajo la guía del Centro
de Estudios Martianos, el MJM opera mediante redes comunitarias en escuelas y
barrios, fusionando eventos conmemorativos con actividades del entorno. Este modelo organizativo intenta armonizar la
conservación del legado martiano con las necesidades de innovación educativa, a
pesar de enfrentar críticas por su necesidad de estructuras jerárquicas que
restringen su adaptabilidad. La
supervisión del CEM asegura sostenibilidad ideológica, pero provoca tensiones
entre la centralización y la adaptación que se requiere en variados contextos
locales, particularmente en áreas rurales con acceso limitado a recursos.
A lo largo del Periodo
Especial, el MJM puso en marcha tácticas fundamentales para conservar su
pertinencia en medio de la crisis económica, según el análisis de Gargallo
López, B. y Pérez-Pérez, C. La analogía
entre las luchas de José Martí y el bloqueo actual se convirtió en un elemento
central del discurso, mientras que las actividades autogestionadas, como los
huertos comunitarios y talleres de reciclaje, buscaban conectar el pensamiento
martiano con soluciones aplicables. Sin
embargo, la escasa participación en áreas rurales puso de manifiesto
limitaciones estructurales, como la falta de líderes jóvenes capacitados y la
desconexión entre los planes nacionales y las realidades del lugar.
Desde la llegada de la
era digital, el MJM ha aumentado su actividad en redes sociales en un 140%,
como lo indica Estévez, aunque las interacciones son superficiales con un
promedio de 1. 2 comentarios por publicación.
Esta situación plantea un desafío más amplio: mientras el movimiento
adoptó plataformas digitales, su contenido permanece centrado en formatos
unidireccionales que no interactúan con las dinámicas participativas de los jóvenes.
El peligro del activismo de fachada donde la visibilidad no se traduce en un
verdadero impacto político se incrementa ante la ausencia de mecanismos para
incorporar la retroalimentación juvenil en el proceso de toma de decisiones
institucionales.
La diferencia entre áreas
urbanas y rurales, así como en el entorno digital, manifiesta una tensión más
profunda: el MJM se enfrenta al desafío de equilibrar su función como guardián
de la tradición martiana-revolucionaria y la necesidad de ser un espacio auténtico
para la creatividad de los jóvenes. Esta contradicción se evidencia en su
estructura organizativa, en la que coexisten formatos tradicionales (como las
Rutas Martianas) y esfuerzos de modernización a través de redes sociales y
podcasts, según (Martínez. 2022). Sin embargo, la investigación de (Jiménez Guethón, R. M. et al. 2021) indica que solamente el 40% de
los jóvenes está involucrado activamente, demostrando que simplemente adoptar
herramientas digitales no asegura el compromiso cuando hay una comunicación
unidireccional.
El artículo Palabras que
inspiran (Estévez García y Labacena Romero, 2024)
explora este reto al destacar cómo la guerra psicológica externa intenta
aumentar la brecha generacional, distorsionando la forma en que los jóvenes ven
el legado martiano. En respuesta, el MJM
ha adoptado un enfoque defensivo que, aunque defiende la doctrina, a menudo
compromete el diálogo horizontal que buscan las nuevas generaciones. La
propuesta de replicar el tono cálido y accesible de líderes como Díaz-Canel (2021)
sugiere un cambio en la estrategia hacia la motivación, aunque su aplicación en
la práctica sigue siendo escasa.
En las áreas rurales, la
situación se complica debido a la limitada llegada de las iniciativas digitales
y la falta de adaptación a las particularidades locales, como ya señalaron
Gargallo López, B. y Pérez-Pérez, C. (Coords 2021).
Mientras que el 78% de los jóvenes urbanos tiene acceso a internet, las
actividades del MJM en comunidades aisladas aún dependen de formatos presenciales
y repetitivos, lo que explica el escaso 32% de participación en estas
zonas. Esta desconexión pone de
manifiesto una debilidad estructural: el movimiento no ha logrado traducir su
marco ideológico en proyectos que aborden problemas concretos (como migración y
empleo), los cuales son esenciales para adquirir legitimidad.
El porvenir del MJM está
ligado a su habilidad para transformarse en una plataforma de cocreación, donde los jóvenes no se conviertan únicamente
en receptores pasivos, sino en agentes activos en la reinterpretación del
martiano desde una perspectiva contemporánea. Como señala Estévez García y Labacena Romero (2024), esto implica renunciar al
dogmatismo sin perder el núcleo ético, un equilibrio frágil pero imprescindible
ante una juventud que, globalizada y crítica, demanda autenticidad tanto en los
mensajes como en los métodos de participación.
El futuro del MJM está
ligado a su capacidad de reconsiderar su esquema organizativo, pasando de una
jerarquía efectiva a una red dinámica que conecte los principios ideológicos
del CEM con la autonomía de las localidades y una participación digital
significativa. Esta transformación
resulta imperativa ante la desconexión revelada por Jiménez Guethón,
R. M. et al. (2021), donde únicamente el 40% de los jóvenes se involucra
activamente, mientras que la mayoría considera sus actividades como sin
importancia. La actual estructura, que
está concentrada bajo el CEM, debe ofrecer más flexibilidad para que los grupos
locales en escuelas y comunidades desarrollen proyectos que se ajusten a
diversas realidades territoriales, especialmente en áreas rurales con acceso
limitado a recursos.
Sin abandonar su misión
educativa, el MJM debe enfocarse en iniciativas que conecten el legado de Martí
con los problemas juveniles contemporáneos, tales como el empleo y la
migración, siguiendo el modelo de las actividades autogestionadas del Periodo
Especial (Gargallo López, B. y Pérez-Pérez, C 2021). Sin embargo, existen tres
vacíos significativos: 1) el 65% de las investigaciones sobre el MJM se centra
en su historia, dejando de lado su capacidad para enfrentar retos actuales
(ONEI, 2023); 2) su discurso crítico a la hegemonía contrasta con su
dependencia de estructuras estatales jerárquicas (Guanche, J., 2022); y 3) solo
un 18% de sus materiales utiliza formatos digitales nativos como TikTok (MINED, 2023). Estos obstáculos reflejan una
desconexión entre la teoría y la práctica.
La renuencia a innovar en
pedagogía agrava estos desafíos. La
predominancia de métodos expositivos en los talleres, a pesar de las
sugerencias de sobre el aprendizaje experiencial, aleja a una juventud que
exige participación activa y cocreación. Aunque el
MJM ha aumentado su presencia en el ámbito digital en un 140% (Nuñez Manzanares, Y., & Estévez García, K. R. 2021), la
interacción permanece baja (1. 2 comentarios por publicación), evidenciando un
activismo superficial que no se traduce en políticas juveniles efectivas. Es urgente transformar la comunicación
unidireccional en diálogos que incorporen la retroalimentación de los jóvenes
en los procesos decisionales.
El documento Palabras que
inspiran (Estévez García & Labacena Romero, 2024) ofrece ideas para esta
transformación: adoptar un enfoque afectuoso y cercano similar al de los
líderes históricos, y afrontar la manipulación externa sin caer en el
dogmatismo. Esto implica lograr un equilibrio entre la preservación de la ética
martiana (Bozza, J., 2023) y la creación de espacios
donde los jóvenes puedan reinterpretar ese legado en proyectos de impacto
local, como huertos comunitarios o campañas en contra de la migración.
El destino del MJM como
una herramienta de cambio social dependerá de su habilidad para evolucionar
hacia una plataforma de innovación abierta. Esto requiere descentralizar su
estructura, integrar tecnologías digitales de manera orgánica (no solo
replicando contenidos tradicionales) y, sobre todo, demostrar que el
pensamiento martiano puede brindar soluciones efectivas a los problemas que
afectan a la juventud cubana en la actualidad.
Solo de este modo podrá superar su actual crisis de legitimidad.
El examen crítico del MJM
desde 1989 hasta 2024 destaca su doble función como un medio de resistencia
ideológica y un marco para adaptarse a transformaciones económicas y sociales. Nacido en un periodo de crisis tras la caída
de la URSS, el movimiento intentó fortalecer la identidad nacional a través de
una nueva interpretación del legado de Martí, combinando discursos de
liberación con las necesidades del Periodo Especial (Pérez, 2022). No obstante,
su desarrollo ha estado influido por conflictos entre la conservación de la
doctrina y la urgencia de abordar cuestiones emergentes, como la migración
juvenil y la desigualdad digital, demostrando que su papel va más allá de lo
conmemorativo para impactar en la formación política activa.
Como un canal de
transmisión entre generaciones, el MJM ha fusionado métodos tradicionales (como
círculos de estudio y recorridos históricos) con enfoques digitales (podcasts y
redes sociales), aunque con resultados variados. Según datos nacionales el 78% de los jóvenes
cubanos accede a internet diariamente (ONEI, 2023), solo el 40% se involucra de
forma activa en sus programas (Jiménez Guethón, R. M.
et al., 2021), lo que pone de manifiesto una discrepancia entre los formatos
institucionales y las expectativas de la juventud. Esta contradicción se ve acentuada por su
dependencia de estructuras estatales centralizadas (Guanche, J., 2022), que
restringen la autonomía local necesaria para abordar realidades territoriales
diversas.
La documentación revisada,
las entrevistas (n=30) y el análisis cuantitativo (2015-2023) permitirán
desarticular las narrativas oficiales y compararlas con las percepciones de los
líderes juveniles y las bases militantes. Un aspecto esencial es analizar cómo
el MJM ha gestionado su papel durante momentos clave: desde la batalla de ideas
en los años 2000 (Labacena Romero Y., 2023) hasta la
actual situación migratoria, donde debe demostrar que las ideas martianas proporcionan
recursos para enfrentar crisis actuales sin caer en el dogmatismo (Bozza, J., 2023).
El objetivo del estudio
es analizar, mediante entrevistas a líderes juveniles, las opiniones de
diferentes generaciones acerca de la habilidad del Movimiento Juvenil Martiano para
ajustarse a las exigencias actuales, valorando su efectividad como conexión
entre generaciones y su capacidad para superar dinámicas excluyentes de tipo
vertical. Documentos como Palabras que inspiran (Estévez García & Labacena Romero, 2024) sugieren
que su continuidad depende de adoptar una voz cercana y afectuosa (p. 9),
inspirada en líderes históricos, pero al mismo tiempo integrando una
participación digital auténtica y proyectos con impacto local. Solo de esta
manera podrá evolucionar hacia un espacio de resistencia ideológica dinámica,
en lugar de ser simplemente un apéndice conmemorativo.
Materiales y métodos
El estudio adopta un
enfoque mixto para analizar la evolución del Movimiento Juvenil Martiano (MJM)
entre 1989 y 2024, combinando metodologías cualitativas y cuantitativas que
permiten una comprensión integral de su trayectoria. La revisión documental
histórica abarca desde los textos fundacionales del MJM hasta políticas
educativas recientes como el III Perfeccionamiento, lo que revela cómo sus
objetivos se han redefinido ante coyunturas críticas, como el Periodo Especial
o la actual crisis migratoria (Pérez, 2022). Este análisis se complementa con
informes internos y resoluciones que evidencian tensiones entre su misión ideológica
y las demandas de una juventud globalizada (Guanche, J., 2022).
La investigación utilizó
un muestreo intencionado con una distribución estratificada que incluía a 15
dirigentes del MJM, 10 de la UJC y 5 de la FEEM. Este enfoque se basó en tres criterios
jerárquico-funcionales: primero, la sobrerrepresentación del MJM resalta su
función central en el análisis y su papel principal en la implementación de
políticas martianas, lo que permite explorar las dinámicas internas de
resistencia y adaptación. En segundo lugar, se incluyó a la UJC debido a su
función clave en la formulación de directrices nacionales, lo cual es
fundamental para entender las tensiones entre centralización y autonomía. Por
último, la menor representación de la FEEM enfatiza su rol como ejecutora en
las escuelas, reconociendo su influencia limitada en el diseño estratégico.
Esta división garantiza una cobertura completa de los niveles de decisión:
conceptualización (UJC), ejecución (MJM) y aplicación en el terreno (FEEM),
además de priorizar fuentes con información macrohistórica
(MJM/UJC) frente a visiones locales (FEEM).
Los datos cualitativos se
obtuvieron a través de 30 entrevistas semiestructuradas realizadas a líderes
juveniles (15 del MJM, 10 de la UJC, 5 de la FEEM), aplicando un método de muestreo
intencional estratificado que buscó asegurar la representatividad en tres
niveles: estratégico (UJC: formulación de políticas), ejecutivo (MJM: ejecución
operativa) y territorial (FEEM: implementación en las escuelas). El análisis
involucró codificación temática usando Atlas. ti para detectar categorías
recurrentes (como "centralización" o "brecha digital"),
triangulación de discursos que comparó testimonios y documentos oficiales, y
análisis generacional que contrastó las respuestas de los fundadores
(1990-2000) con las de los jóvenes actuales (2015-2024). Con el fin de mitigar
sesgos, se aplicó anonimato en las transcripciones y se utilizó un muestreo por
criterio que incluyó tanto a líderes históricos como a actuales.
Por otra parte, los datos
cuantitativos incluyeron indicadores de participación (2015-2023) recogidos de
registros del MJM, encuestas a nivel nacional (ONEI) e informes sectoriales
(MINED,). Se examinaron variables tales como participación territorial, engagement digital y asistencia a eventos mediante
estadística descriptiva (por ejemplo, una brecha del 65% urbano frente al 35%
rural) y correlaciones en SPSS (como la conexión inversa entre centralización y
participación rural [-0. 78]). La validación tuvo en cuenta márgenes de error
(±3%) y se realizaron ajustes por subrepresentación rural en los datos
oficiales.
La metodología integrada
se llevó a cabo a través de triangulación en tres etapas: documental
(contrastando políticas con datos empíricos), cualitativa-cuantitativa (relacionando
críticas cualitativas con métricas de bajo engagement)
y entre métodos (comprobando hallazgos con teorías de referencia como García
Canclini). Se utilizaron herramientas como Atlas. ti para el mapeo narrativo,
SPSS para las correlaciones y matrices de integración que visualizaron patrones
estructurales.
La investigación utilizó
un diseño mixto secuencial: una etapa cualitativa para identificar categorías
emergentes, otra cuantitativa para validar patrones, y una triangulación iterativa
que explicó las causalidades (por ejemplo, la centralización como causa de las
brechas del 65%-35%). Este enfoque superó las limitaciones de las fuentes
oficiales, revelando contradicciones como el aumento del 140% en las redes
sociales frente a un activismo superficial, y validó la necesidad de reformas
fundamentadas en evidencias empíricas multidimensionales.
Las entrevistas semiestructuradas
a 30 líderes juveniles (15 del MJM, 10 de la UJC y 5 de la FEEM) capturan
percepciones generacionales divergentes. Estas entrevistas exploran temas clave
como la eficacia de herramientas digitales, la recepción del legado martiano en
contextos urbanos/rurales y la crítica a estructuras jerárquicas Puisseaux
Moreno, E., et al. (2024). Los testimonios se contrastan con narrativas oficiales
para identificar brechas entre discurso y práctica.
El análisis cuantitativo
se centra en datos de participación (2015-2023), extraídos de registros del MJM
y encuestas nacionales (ONEI, 2023). Variables como asistencia a eventos,
interacción en plataformas digitales y diferencias demográficas (edad, región)
permiten medir el impacto real del movimiento. Destaca el dato de que solo el
40% de los jóvenes participa activamente Jiménez Guethón,
R. M. et al. (2021), lo que cuestiona su alcance efectivo pese al 78% de acceso
juvenil a internet.
La triangulación
metodológica documental, cualitativa y cuantitativa es clave para superar
limitaciones de fuentes oficiales Jiménez, V. (2021). Por ejemplo, mientras los
informes del MJM destacan logros en resistencia ideológica, las entrevistas
revelan escepticismo sobre su adaptación a problemas contemporáneos (empleo,
migración). Esta aproximación multicapa permite identificar patrones, como la
centralización excesiva (MINED, 2023) o la brecha entre formatos tradicionales
(círculos de estudio) y expectativas juveniles (plataformas interactivas).
El diseño metodológico
responde a la necesidad de evaluar si el MJM ha logrado ser un puente
intergeneracional o reproduce dinámicas verticales que sugieren que su futuro
depende de equilibrar tradición e innovación, pero los datos muestran
obstáculos estructurales. Este estudio aporta evidencia empírica para repensar
su rol en la Cuba actual, sin perder de vista su esencia como proyecto
político-pedagógico.
El estudio emplea un
enfoque metodológico mixto para analizar la participación juvenil en el MJM,
con especial atención a las brechas urbano-rurales, un aspecto crítico en el
contexto cubano. Los datos cuantitativos revelan disparidades significativas:
mientras el 65% de la participación en eventos del MJM se concentra en zonas
urbanas (ONEI, 2023), las áreas rurales muestran un 35% de asistencia, pese a
representar el 40% de la población juvenil nacional (MINED, 2023). Esta
asimetría se correlaciona con limitaciones de acceso a infraestructura digital
y recursos pedagógicos, evidenciando desafíos estructurales no resueltos por
las políticas centralizadas del movimiento (Guanche, J., 2022).
En el análisis
cualitativo, la triangulación de discursos (documentos oficiales, entrevistas y
datos estadísticos) expone contradicciones entre las narrativas institucionales
y las percepciones juveniles. Por ejemplo, mientras los informes del MJM
destacan su cobertura nacional integral Guanche Ledesma R. (2023), las entrevistas a líderes rurales
revelan desconexión con las dinámicas locales: Nos llegan directivas genéricas
que no consideran nuestra realidad agrícola. La codificación temática en Atlas.
Ti identifica categorías recurrentes como centralismo y desigualdad de oportunidades,
asociadas a la brecha urbano-rural.
El componente cuantitativo,
procesado con SPSS, profundiza en estas diferencias. La estadística descriptiva
muestra que:
Estos datos reflejan cómo
la adaptación del MJM a la era digital ha exacerbado, sin quererlo, las
desigualdades territoriales preexistentes.
Este enfoque mixto no
solo mide la participación, sino que deconstruye sus causas estructurales. Los
resultados cuestionan la efectividad de estrategias homogéneas del MJM en un país
con realidades territoriales diversas, reforzando la necesidad de políticas
diferenciadas que prioricen la innovación contextualizada Puisseaux
Moreno , E.,et al. (2024).
Así, el estudio aporta evidencia para repensar la equidad en el movimiento, sin
perder de vista su misión ideológica unificadora.
La validez interna del
estudio se garantizó mediante un muestreo por criterio riguroso en las
entrevistas, que incluyó tanto a líderes históricos del MJM (activos durante
los años 90 y 2000) como a representantes de nuevas generaciones (2015-2024).
Esta selección intencional permitió captar contrastes generacionales en la
percepción del movimiento, desde quienes vivieron su fundación hasta jóvenes
que interactúan con sus plataformas digitales. Para minimizar sesgos
institucionales, se triangularon estas voces con artículos académicos críticos
que cuestionan la eficacia del MJM en contextos de crisis migratoria y
desigualdades.
Entre las limitaciones
metodológicas, el acceso restringido a archivos confidenciales del MJM previos a
2010 dificultó reconstruir decisiones clave de su etapa fundacional. Esta
brecha documental se compensó con el análisis de políticas educativas coetáneas
(III Perfeccionamiento) y testimonios orales. El sesgo de deseabilidad social en
entrevistas dado el carácter político del tema se mitigó garantizando anonimato
y enfatizando la confidencialidad en el consentimiento informado. Aun así,
algunos participantes evitaban críticas directas a la UJC o al Estado, lo que
exigió un análisis discursivo cuidadoso de sus respuestas.
El consentimiento
informado, aprobado por el Comité de Ética del Centro de Estudios sobre
Juventudes, incluyó cláusulas específicas para proteger la identidad de los
entrevistados. Se eliminaron metadatos identificables (cargos exactos, localizaciones
precisas) en las transcripciones, siguiendo protocolos éticos para
investigaciones con actores políticos juveniles. Este cuidado fue crucial al
tratar testimonios sensibles, como críticas a la estructura vertical del MJM o
comparaciones con organizaciones no estatales.
Teniendo en cuenta lo
planteado por Ojeda Bello, Z., & Cutié Mustelier,
D. (2021). que: Las tecnologías de la informática y las comunicaciones, ofrecen
disímiles beneficios, que se hacen evidentes, además de amenazas potenciales
marcadas por la utilización inescrupulosa de los sistemas de información. La
manipulación, la especulación o el uso de los datos sin el consentimiento de su
titular, por parte de individuos, autoridades públicas o privadas, se determinó
para el uso no comercial alinear los datos con normativas cubanas (ej. Ley 1322/2023
sobre protección de datos), citando fuentes institucionales como el MINED y la
ONEI sin alterar su contenido original. Para garantizar transparencia, los
datos cuantitativos se presentan con márgenes de error calculados (±3%) y se
explicitan las limitaciones de las encuestas oficiales (ej. subrepresentación
de zonas rurales en ONEI, 2023). Los documentos internos del MJM se referencian
sin revelar información clasificada.
Estas consideraciones
éticas y metodológicas buscan equilibrar el rigor científico con las
particularidades políticas del objeto de estudio. El enfoque mixto que combina
estadísticas oficiales con narrativas críticas permite superar parcialmente las
limitaciones, aunque persisten desafíos para acceder a archivos históricos
completos. Esta honestidad metodológica refuerza la credibilidad de los
hallazgos sobre la evolución del MJM.
Resultados y discusiones
El estudio histórico del MJM pone de manifiesto
una contradicción fundamental en su evolución institucional, destacando la
tensión entre su concepción original y las distintas realidades del territorio
cubano. Su etapa inicial (1989-2000) se distinguió por un enfoque jerárquico y
vertical en la difusión de ideas, sustentado mayormente en grupos de trabajo organizados
y actos conmemorativos de carácter patriótico. Sin embargo, esta estructura
inflexible evidenció desde un principio serias limitaciones para adaptarse a
contextos rurales, donde las dinámicas sociales, económicas y culturales
requerían enfoques más variados. Los
datos muestran que solo un 22% de las actividades efectuadas en esas áreas
lograron ajustarse adecuadamente a sus particularidades (Hernández, 2020),
revelando una rigidez inicial que no solo afectó la eficacia del trabajo
ideológico, sino también su implantación territorial y su capacidad para
establecer vínculos locales durante este periodo inicial.
En el sector de la educación, el Movimiento
Juvenil Martiano (MJM) ha jugado un papel crucial en la formación cívica y
patriótica de las nuevas generaciones de Cuba.
A través de grupos de estudio, recorridos históricos y actividades
educativas, esta organización ha incorporado el legado de José Martí en los
planes de estudio, fortaleciendo la identidad nacional y los principios revolucionarios.
Ramírez Varela, F. (2020) subraya su rol como un medio de socialización
política que adapta los ideales martianos a las necesidades actuales, aunque
mencionan obstáculos como la centralización y la desigualdad digital. Estas
actividades han permitido conectar la ética martiana con proyectos prácticos,
como jardines comunitarios durante la crisis del Periodo Especial, integrando
la educación ambiental con soluciones frente a problemas alimentarios,
evidenciando su habilidad para convertir la ideología en acciones concretas.
En situaciones de salud y economía, el MJM ha
promovido proyectos autogestionados que abordan cuestiones críticas como la
falta de empleo, la migración de jóvenes y la sostenibilidad. Durante períodos
de crisis económica, impulsó talleres de formación profesional y cooperativas
agrícolas que no solo crearon empleo en la comunidad, sino que también
favorecieron una relación práctica con los ideales martianos sobre el valor de
la virtud. Estas iniciativas lograron retener hasta un 92% de los jóvenes en
programas descentralizados (por ejemplo, Martí en mi comunidad, donde la
adaptación a las realidades locales permitió afrontar desigualdades en salud
con proyectos de nutrición y reciclaje. Sin embargo, su repercusión se limita
debido a la falta de recursos en áreas rurales, donde el 60% de los docentes
indica que carecen de materiales adaptados para abordar temas como la salud
mental o la prevención de la migración.
La fase de cambio (2001-2015), en gran medida
motivada por las tensiones de la crisis económica conocida como Periodo
Especial, trajo consigo elementos innovadores y aparentemente más flexibles en
la práctica del movimiento, tales como talleres prácticos y actividades
autogestionadas que intentaban atender necesidades inmediatas. No obstante,
esta aparente flexibilidad se vio paradójicamente acompañada de una notable
disminución del 42% en la participación activa de los jóvenes en comparación
con la década anterior (ONEI, 2023). Esta reducción significativa sugiere que
las reformas realizadas, aunque incorporaban nuevas modalidades, resultaron
insuficientes o no se adaptaron estructuralmente para conectarse de manera
efectiva con las aspiraciones y necesidades cambiantes de las nuevas generaciones,
que empezaban a enfrentar retos socioeconómicos nuevos y reclamaban espacios
más relevantes para la práctica y el debate crítico.
En la actualidad digital (2016-presente), las
contradicciones dentro del MJM no solo se mantienen, sino que se han
intensificado y vuelto más complejas.
Aunque un 65% de los jóvenes urbanos muestra cierto grado de interacción
con los contenidos digitales promovidos por el movimiento a través de redes
sociales y plataformas en línea, la persistente y profunda brecha tecnológica
en áreas rurales sigue siendo un obstáculo estructural insuperable para la
inclusión equitativa. Tan solo un 15% de los jóvenes en el campo accede
regularmente a estos contenidos digitales, un porcentaje que contrasta
notablemente con el 65% observado en entornos urbanos. Esta desigualdad
tecnológica representa no solo un problema de acceso, sino un factor que
restringe severamente el alcance total del movimiento a nivel nacional y
perpetúa desigualdades históricas en el acceso a la socialización política y la
formación ideológica, excluyendo a un considerable segmento de la juventud
rural.
El análisis revela una marcada y fundamental
tensión entre generaciones presente en el MJM, que se manifiesta como un
conflicto entre las ideas originales y las expectativas actuales. Los fundadores (Grupo A) siguen resaltando,
predominantemente, la función del MJM como defensor en contra del imperialismo
y protector de una identidad revolucionaria nacional, perpetuando así relatos y
marcos interpretativos enraizados en la retórica de la Guerra Fría. Estas
narrativas, no obstante, son cultural y políticamente ajenas para el 63% de los
jóvenes entrevistados, una desconexión que se hace más evidente en las áreas
rurales. Por lo tanto, esta brecha no se presenta solo como una discrepancia de
pensamiento, sino como un conflicto esencial entre una memoria histórica
institucionalizada y canonizada y las expectativas actuales de una juventud que
vive en un contexto global y nacional completamente diferente.
La desconexión generacional e ideológica
observada se intensifica notablemente en el entorno rural, donde la falta de
recursos materiales y metodológicos exacerba la discrepancia. Allí, el 60% de los educadores y
facilitadores del MJM reportan constantemente la escasez de recursos
pedagógicos adecuados y relevantes para afrontar cuestiones contemporáneas y
urgentes que afectan a la juventud, tales como el desempleo estructural, la
precariedad laboral o la migración juvenil (Encuesta nacional, 2023). La permanencia
de enfoques tradicionales, que se centran casi exclusivamente en grupos
teóricos, conmemoraciones y rituales patrióticos, choca de manera directa con
las exigencias de las nuevas generaciones (Grupo B), que demandan espacios para
el debate crítico, participación equitativa en el proceso de toma de decisiones
y proyectos que aborden sus problemas cotidianos, evidenciando así una crisis
de relevancia en el modelo pedagógico actual.
La influencia del MJM en las políticas educativas
a nivel nacional, evidenciada en su involucramiento en el Tercer
Perfeccionamiento Educativo, muestra avances significativos, aunque marcados
por una notable desigualdad geográfica. Si bien se logró un aumento del 30% en
la participación en talleres urbanos relacionados con la materia Historia de
Cuba, lo que indica cierta capacidad de movilización en esos entornos, su
aplicación rural fue considerablemente deficiente y contraproducente, con una
alarmante caída del 18% en la asistencia a las actividades relacionadas (MINED,
2023). Esta discrepancia no es un hecho aislado; refleja de manera clara un
problema estructural de centralismo en la formulación y ejecución de las
iniciativas del movimiento, que suele ignorar sistemáticamente las
particularidades locales, culturales y productivas de las áreas fuera de los
principales núcleos urbanos.
La naturaleza mayoritariamente concentrada del
MJM, con decisiones que provienen en su mayoría de La Habana, se opone de
manera significativa al éxito mostrado por proyectos descentralizados que se adaptan
a las circunstancias locales. El
programa Martí en mi comunidad, llevado a cabo en Pinar del Río, consiguió una
notable retención de jóvenes del 92%, un resultado que supera con creces la
media rural a nivel nacional, precisamente porque su diseño se originó en y se
ajustó a las condiciones agrícolas y culturales únicas de la región (Jiménez Guethón, R. M. et al. , 2021). La
perspectiva de los líderes agrícolas revela esta contradicción esencial:
Recibimos instrucciones generales que no tienen en cuenta nuestra realidad
agrícola, destacando de manera específica cómo la rigidez organizativa y la
carencia de verdadera autonomía a nivel local obstaculizan de manera
sistemática la posibilidad de replicar y expandir los logros de iniciativas
contextualizadas y locales.
La
información cuantitativa respalda la mayor efectividad de los programas que
permiten flexibilidad local en comparación con los enfoques centralizados.
Iniciativas como los talleres sobre la historia martiana implementados en
cooperativas agrícolas, que son organizados con la participación de la
comunidad, han mostrado una mejora notable del 40% en la retención de jóvenes
en comparación con actividades equivalentes realizadas bajo políticas uniformes
dictadas por la estructura nacional. No
obstante, la expansión y difusión de estos métodos exitosos se ve gravemente
limitada por la fuerte dependencia del Movimiento de la Juventud de estructuras
estatales rígidas. Esta dependencia es
especialmente restrictiva en áreas rurales, donde ya existe una significativa
falta de infraestructura básica, como el acceso a internet, donde únicamente el
34% dispone de una conexión confiable y recursos educativos adaptados, lo que
perpetúa un ciclo vicioso de exclusión y escasa participación.
Hay una desconexión notable y profunda entre la
narrativa oficial que el movimiento se construye, al presentarse como un
defensor antiimperialista y protector de la identidad revolucionaria, y la
percepción general que prevalece entre muchos jóvenes, especialmente en áreas
rurales. El 63% de los jóvenes en el campo que participaron en la encuesta
relacionan de manera directa las actividades del movimiento con un sentido de
obligación institucional o escolar, más que con una identificación genuina o un
compromiso genuinamente voluntario.
Proyectos que logran tratar cuestiones locales urgentes, como el
desempleo o la migración, usando métodos participativos e innovadores, como
historias orales comunitarias o huertos colectivos que se inspiran en la ética martiana,
presentan un potencial mucho mayor para fomentar un aprovechamiento crítico y
significativo del legado ideológico. Sin embargo, la capacidad de escalar y
replicar estas experiencias exitosas enfrenta repetidos obstáculos por la
rigidez de la centralización dentro del movimiento, lo que impide su difusión
adecuada.
A pesar de que el 78% de los jóvenes cubanos
accede a internet diariamente, de acuerdo con estadísticas oficiales, la
estrategia digital del movimiento no solo falla en reducir las desigualdades existentes,
sino que, irónicamente, las agrava. En
las áreas rurales, donde solo el 34% de la población tiene acceso confiable a
internet y la participación en actividades digitales del movimiento se limita a
un 15%, se ven obligados a depender casi en su totalidad de métodos
tradicionales presenciales que ya muestran signos de desgaste, resultando
únicamente en una tasa de participación del 32%. La crónica ausencia de
recursos interactivos y adaptados para entornos con baja conectividad, junto con
la prioridad que se le da al diseño y promoción de plataformas digitales
orientadas a entornos urbanos, acaba excluyendo de manera activa a las
comunidades rurales, donde el movimiento más necesita fortalecer su relevancia
y conexión con los jóvenes.
El MJM se encuentra atravesando una crisis
significativa que afecta a las nuevas generaciones, poniendo en peligro su
futura viabilidad. Esto se manifiesta en
que únicamente el 40% de los jóvenes está participando activamente en sus
proyectos, mientras que la mayoría considera que sus actividades carecen de
importancia o están desconectadas de los asuntos cotidianos que más les
inquietan (Encuesta nacional, 2023). La persistencia de formatos tradicionales,
como los círculos de estudio cerrados y las ceremonias patrióticas repetitivas,
que suelen reproducir contenidos sin estimular un debate crítico real ni
abordar temas actuales, genera un escepticismo creciente hacia las narrativas
oficiales del movimiento. Este sentimiento de desconfianza es especialmente
fuerte entre los jóvenes urbanos, quienes tienen más acceso a flujos de
información global y a dinámicas culturales alternativas.
La viabilidad del MJM como iniciativa política y
educativa se ve muy afectada por su fuerte dependencia de estructuras gubernamentales
centralizadas y jerárquicas. El 65% de las decisiones en cuanto a operaciones y
programación se sigue tomando en los organismos directivos ubicados en La
Habana (ONEI, 2023), lo que crea obstáculos estructurales para replicar y
extender éxitos locales, como es el caso emblemático de Martí en mi comunidad
de Pinar del Río. Además, esto perpetúa
las muy bajas tasas de participación rural, que apenas llegan al 32% según
cifras oficiales (MINED, 2023). Guanche (2022) menciona acertadamente que esta
vinculación con estructuras gubernamentales rígidas limita de manera
significativa la innovación necesaria para reconectar con las aspiraciones y
códigos culturales de la juventud contemporánea.
A pesar de que la presencia digital oficial del
MJM ha crecido en un 140% en redes sociales y plataformas (Nuñez
Manzanares, Y. , &
Estévez García, K. R. , 2021), su verdadero impacto y el nivel de interacción
juvenil siguen siendo notablemente bajos.
La participación promedio de los jóvenes con estos contenidos se limita
a 1. 2 comentarios por publicación, lo que ejemplifica claramente lo que
Gargallo López, B. y Pérez-Pérez, C. (2021) definen como activismo superficial
o de escasa intensidad. Esto indica que la estrategia digital se basa
principalmente en trasladar contenidos tradicionales a plataformas digitales,
sin desarrollar formatos auténticamente interactivos, co-creativos
o adecuados a las dinámicas de compromiso que definen a las nuevas generaciones
en el entorno digital.
El sistema de evaluación que se aplica
actualmente en el MJM está excesivamente enfocado en métricas superficiales y
cuantitativas, como la cantidad de asistentes a grandes eventos (informando,
por ejemplo, un 78% de participación en eventos en áreas urbanas según Guanche
Ledesma R. , 2023). Esta metodología no logra reflejar
de manera efectiva el verdadero impacto y la relevancia de sus actividades para
los jóvenes. La percepción del 63% de
los jóvenes del campo que consideran estas actividades como obligaciones en
lugar de experiencias significativas o transformadoras (Entrevista 12, 2023)
resalta la urgente necesidad de incluir indicadores cualitativos que evalúen
aspectos como la asimilación crítica del legado de Martí en contextos
específicos, tal como sugieren Jiménez Guethón, R. M.
et al. (2021).
La inercia histórica que proviene de los inicios
y prácticas fundacionales del movimiento representa un gran impedimento para su
modernización. Durante su etapa inicial
(1989-2000), el 78% de sus actividades se enfocaban en talleres históricos con
un enfoque dogmático y de transmisión de información (Hernández, 2020), un tipo
de enseñanza que resulta claramente inadecuado y distante para una juventud
inserta en la actualidad globalizada. A
pesar de que documentos recientes como Palabras que inspiran (2024) defienden
retóricamente una mezcla entre tradición y modernidad, sigue predominando un
enfoque excesivo en el estudio histórico tradicional (65% de los estudios e
iniciativas según ONEI, 2023) y se observa una notable escasez de materiales digitales
atractivos y de gran alcance para los jóvenes, como lo indica que apenas el 18%
de sus contenidos utiliza plataformas como TikTok
(MINED, 2023).
Las experiencias previas exitosas del MJM, tales
como los huertos comunitarios y los talleres vocacionales llevados a cabo
durante el Periodo Especial (Gargallo López, B. y Pérez-Pérez, C., 2021),
evidencian claramente que la conexión práctica entre el pensamiento martiano y
la búsqueda de soluciones concretas a problemas cotidianos apremiantes (como la
falta de alimentos o las escasas oportunidades laborales) potencia
considerablemente la identidad juvenil y el sentido de pertenencia al
movimiento. Este enfoque histórico de pragmatismo ideológico, donde la ética se
traduce en acciones concretas, brinda enseñanzas importantes y contrastantes
para la necesaria modernización del MJM, resaltando la discrepancia con el
dogmatismo abstracto y la repetición ritual que marcan gran parte de su
práctica actual.
Es crucial y absolutamente necesario implementar
una innovación significativa en la educación y en los temas que se abordan, que
responda de forma directa a las necesidades reales y apremiantes de la juventud
actual. La discrepancia que existe es clara al observar que el 65% de los
trabajos, investigaciones y materiales generados con el respaldo del MJM se
enfocan mayormente en su historia institucional y en análisis biográficos
tradicionales, dejando de lado su capacidad innata para tratar asuntos
importantes y contemporáneos que caracterizan la experiencia de los jóvenes,
como los complicados fenómenos migratorios o la inestabilidad laboral
estructural. Los jóvenes piden cada vez más espacios auténticos para discutir
estas preocupaciones vitales, lo que requiere no solo un compromiso político sino
también recursos educativos totalmente renovados y metodologías de enseñanza
interactivas que superen la mera repetición mecánica de eslóganes y la
transmisión unidireccional de información fuera de contexto.
La estrategia digital del movimiento debe
enfocarse de manera clara y eficiente en la inclusión de comunidades rurales,
reconociendo las graves limitaciones estructurales que enfrentan. Dada la
alarmante baja conectividad en tales áreas, donde solamente el 34% tiene acceso
estable a Internet, se vuelve esencial crear recursos interactivos offline y
altamente portátiles, como podcasts que puedan ser descargados o aplicaciones
con contenido pre-cargado, que vayan más allá de
simples adaptaciones digitales de materiales impresos tradicionales. Iniciativas piloto que han probado formatos
digitales nativos, como podcasts que cuentan historias locales contadas por
actores de la comunidad, han mostrado un notable aumento del 40% en la
participación de jóvenes en comparación con formatos tradicionales, sin
embargo, su implementación efectiva y sostenible necesita otorgar verdadera
autonomía a los actores locales para desarrollar los aspectos técnicos y
conceptuales, adaptándose a las características lingüísticas y culturales de
cada región.
El futuro sostenible del MJM como una iniciativa
relevante depende de manera crítica de su habilidad para convertirse en una
auténtica plataforma de innovación abierta.
Esto requiere no solo descentralizar de forma tangible las decisiones
operativas y programáticas, permitiendo que los comités locales diseñen y
gestionen proyectos contextualizados, como talleres de agroecología o
aplicaciones offline con contenido, sino también integrar de manera activa y
sistemática la retroalimentación de los jóvenes en todas las etapas del ciclo
de actividades, desde su diseño inicial hasta su evaluación final,
transformando así a los jóvenes de simples receptores pasivos a co-autores y corresponsables del proceso educativo y
político del movimiento.
El porvenir del MJM se centra indiscutiblemente
en abordar su contradicción esencial y histórica:
debe mantener un mínimo de coherencia ideológica como un proyecto
político-educativo que se base en valores nacionales, al tiempo que su
pertinencia práctica y su viabilidad a largo plazo requieren que se adopte una
flexibilidad radical tanto organizativa como metodológica que reconozca la
diversidad del contexto. Según Puisseaux Moreno, E. , y otros
(2024), esto solo será factible si se llevan a cabo políticas variadas y
específicas que favorezcan de manera clara la innovación adaptada a cada
región, descartando la rigidez uniforme como principio central, con el fin de
mitigar de modo eficaz las desigualdades territoriales y generacionales que
actualmente lo vulneran.
Reproducir el éxito que han tenido iniciativas
como Martí en mi localidad demanda un verdadero traspaso de autoridad de
decisión a los grupos comunitarios y locales, no solo simbólico. Esto implica empoderar plenamente a las
comunidades para que ajusten contenidos, metodologías y formatos a sus
requerimientos particulares y evalúen el impacto real de las actividades
mediante indicadores cualitativos avanzados que midan la apropiación crítica
del legado de Martí (Jiménez Guethón, R. M. y otros,
2021), y así ir más allá del simple conteo numérico de participantes que
prevalece en la evaluación actual. La continuada centralización jerárquica en
el proceso de toma de decisiones, con su burocracia lenta y sus criterios homogeneizantes, constituye el principal obstáculo estructural
que dificulta esta esencial transferencia de autonomía.
La modificación profunda del movimiento requiere
una reestructuración fundamental de su conexión orgánica con las instituciones
estatales primordiales. Según Bozza, J. (2023), es imprescindible transitar de una
estructura jerárquica y dependiente en vertical hacia un modelo de red
colaborativa que permita a los comités locales tener poder real para co-diseñar proyectos junto a los jóvenes, no solo para
ellos, manteniendo la ética martiana como guía pero
ajustando su expresión a las necesidades del entorno actual. Este equilibrio
dinámico entre la lealtad a los principios fundacionales y la adaptabilidad es
frágil de gestionar, pero es completamente vital para su continuidad como un
proyecto relevante.
Sin cambios significativos y estructurales en su
operación, el MJM corre el riesgo inmediato de convertirse en una reliquia sin
valor (Bozza, J., 2023) para las nuevas generaciones,
particularmente en áreas rurales que ya están excluidas digital y programáticamente.
La continuidad de métodos obsoletos que representan aún el 60% de sus
actividades, según datos oficiales (MINED 2023), en un país donde el 78% de los
jóvenes se conecta a internet diariamente (ONEI, 2023) y busca espacios de
participación crítica, crea una contradicción insostenible que disminuye
rápidamente su credibilidad y su base de apoyo social.
La investigación resalta tres aspectos cruciales
de reforma interconectados e inseparables que deben abordarse de manera
simultánea: una verdadera descentralización que otorgue poder de decisión y
recursos financieros a los comités locales para replicar y expandir éxitos
contextualizados; una innovación digital relevante que priorice el uso de
recursos interactivos offline y procesos genuinos de co-creación
con los jóvenes, desechando el activismo superficial en redes; y un sistema de
evaluación comprensivo que incluya métricas cualitativas sólidas, como los
niveles de apropiación crítica y aplicación práctica del legado para valorar el
impacto real, más allá de los indicadores cuantitativos tradicionales que se
centran únicamente en la asistencia física o virtual.
Por lo tanto, el MJM se presenta ante una
oportunidad histórica crucial para reafirmar su contrato generacional y
territorial. Superar su crisis de relevancia requiere abandonar sin titubeos el
dogmatismo ideológico abstracto, la rigidez organizativa centralista y la
evaluación cuantitativa superficial que lo sostienen en la actualidad. Al
transformarse estratégicamente en una red flexible, ágil, inclusiva
digitalmente, relevante temáticamente y evaluada con criterios críticos de
impacto, podrá recuperar su papel histórico como un espacio vital de
socialización política y construcción identitaria para todas las generaciones y
territorios en Cuba, reconectando de manera creativa el legado martiano con los
retos y aspiraciones auténticas de la juventud del siglo XXI. Su continuidad
como un proyecto culturalmente significativo depende absolutamente de esta
capacidad esencial de evolución adaptativa.
Conclusiones
La relación escuela-familia-comunidad es un
pilar aún en construcción dentro de la educación para el cambio climático. Si
bien existen experiencias valiosas, se requiere mayor sistematización,
evaluación de impacto y políticas que garanticen su sostenibilidad. La
transformación educativa frente al cambio climático no será posible sin una
alianza sólida entre estos tres actores.
Para construir una conciencia sólida frente al
cambio climático en la educación primaria, es vital que la escuela, la familia
y la comunidad trabajen de manera coordinada. Al fusionar la educación con
experiencias prácticas en el hogar y la comunidad, se puede cultivar una
generación de educandos comprometidos y conscientes de la importancia de cuidar
nuestro planeta. Este esfuerzo común no solo beneficiará a los educandos, sino
que también sentará las bases para un futuro más sostenible y responsable. Con
el compromiso conjunto de todos los actores, podemos enfrentar el desafío del
cambio climático con esperanza y determinación.
La relación entre la escuela, la familia y la
comunidad es esencial para tratar el cambio climático en la Educación Primaria.
A través de un enfoque colaborativo, se puede fomentar una efectividad mayor en
la educación sobre el medio ambiente, promoviendo acciones concretas y
reforzando el sentido de responsabilidad compartida. Al empoderar a los
educandos con conocimiento y habilidades prácticas, se les prepara para
convertirse en ciudadanos conscientes y activos que pueden influir en el futuro
del planeta. La educación sobre el cambio climático no solo es necesaria, sino
que también puede ser una fuente de innovación y creatividad que, en última
instancia, permitirá construir un futuro más sostenible.
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Contribución de
los autores
No. |
Roles de la
contribución |
Autor 1 |
Autor 2 |
Autor 3 |
Autor 4 |
1.
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Conceptualización:
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35% |
35% |
15% |
15% |
2.
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Curación de datos: |
50% |
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10% |
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3.
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Análisis formal: |
40% |
20% |
20% |
20% |
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Investigación: |
40% |
40% |
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5.
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Metodología: |
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20% |
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10% |
6.
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Administración
del proyecto: |
50% |
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15% |
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Supervisión: |
50% |
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10% |
10% |
8.
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Validación: |
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Visualización: |
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Redacción borrador original: |
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Redacción revisión y edición: |
40% |
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20% |
20% |
Declaración de originalidad y conflictos de interés
El/los autor/es declara/n que
el artículo:
El Movimiento Juvenil Martiano (MJM):
Resistencia, Adaptación y Legado en la Cuba contemporánea
Que el artículo es inédito, derivado de investigaciones y no está
postulando para su publicación en ninguna otra revista simultáneamente.
A continuación, presento los nombres y firmas de los autores, que
certifican la aprobación y conformidad con el artículo enviado.
Autores
Caridad Meyvis Estévez Echevarría
Keyla Rosa Estévez García
Leonardo Pérez Lemus
Gretell Centurión Hurtado
Revista Científica Pedagógica “Horizonte Pedagógico”. Vol. 14. Artículo de investigación |